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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Gigante y Chiquitita


Pitágoras aseguró que “La perfecta igualdad no existe, sino entre los muertos.” Discutible en distintos ámbitos, como el religioso, es perfectamente aceptable desde un punto de vista científico o medico. Pero este enunciado del gran pensador griego es una falacia en el mundo virtual mediático.

A diario mueren (vaya a saber uno cuantos) muchas personas. Una enorme cantidad de ellas pasan desapercibidas para los medios, unas pocas forman parte de las coberturas policiales y podemos llegar a pescar el nombre de alguna víctima, ya sea de un accidente o de un hecho delictivo.

Solo unos pocos, muy pocos, gozan del reconocimiento de su deceso en la realidad virtual mediática.

En Argentina, como en el resto del mundo, esta cobertura dispar quedo en evidencia en esta semana. Con solo unos días de diferencia fallecieron dos personas relativamente conocidas. La “chiquitita” Romina Yankelevich y el “gigante” Jorge González.

La historia de vida, los últimos momentos, el impensado final de la hija de los productores Gustavo Yankelevich y Cris Morena, fue cubierto en extenso a lo largo y ancho de todos los medios informativos argentinos. Hasta Marcelo Tinelli decidió suspender la emisión de su programa en señal de luto.

La historia del “gigante” González, pocos la recordaron, no hubo congoja nacional ni muestras de dolor y recuerdo y pasó desapercibida para la gran mayoría de los medios.

Jorge González, el “gigante”, fue específicamente su apodo en todas las posibilidades que abarca la palabra. Este formoseño que medía 2,32 metros, fue el jugador argentino de básquet más alto en la historia deportiva del país, incluso se afirma que fue el hombre más alto de argentina, pero desconozco el dato como para darle veracidad.

Descubierto por León Najnudel, ese genio creador de la LNB (Liga Nacional de Básquet), el “gigante” debutó a los 16 años, cuando ya medía 2,18 metros. Pronto consiguió el ascenso a la liga mayor con Gimnasia y Esgrima La Plata y fue parte del draft (elección de jugadores para la NBA) 1988 en el puesto 54 para los Atlanta Hawks.

Viajo a los EE.UU. pero la giganto acromegalia, enfermedad que produce hormonas de crecimiento en exceso, no le permitió ni siquiera jugar en el equipo tras los estudios médicos que mostraban la fragilidad en la salud del “gigante”.

Ted Turner, millonario dueño del equipo de Atlanta, también manejaba la NWA, la compañía de lucha, y quería hacer rentable la inversión que había hecho, le ofrecieron eso y aceptó.

Vivió como luchador profesional, como un fenómeno de circo. Inclusive participó en un capitulo de la serie estadounidense “Baywatch” donde interpretó, justamente, a un fenómeno de circo.

Su cuerpo le dijo basta y empezó a sufrir severamente las complicaciones de su enfermedad junto con una diabetes que lo hizo insulino-dependiente.

Vivió casi postrado en su casa de El Colorado, Formosa, esperando ayudas que nunca llegaron. Hace poco, la CAB(Confederación Argentina de Básquet) le entregó una donación como parte de su programa solidario. (Foto de apertura de esta nota)

El “gigante” mostró toda su inocencia y humildad en la respuesta que dio cuando respondió sobre la pelota firmada por el ex presidente riojano que rezaba "A mi amigo Jorge, con cariño. Carlos Menem". Jorge González afirmaba “Amigo… ¿qué amigo? Si nos vimos una sola vez”

Así de sencillo era el “gigante”.

Adiós, donde hayas ido, fuiste noticia, por lo menos, acá.

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