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jueves, 30 de septiembre de 2010

Estamos INSEGUROS


Señoras y señores, les presento al caballito de batalla de los medios….

LA INSEGURIDAD. Si leyó bien. Los hechos delictivos que suceden en la realidad son agrupados bajo el cintillo de la inseguridad. ¿Es mesurable este campo? ¿Es posible saber con ciencia cierta la realidad de las estadísticas presentadas? ¿Tienen algún valor los índices que pueden presentar los organismos oficiales de seguridad sobre esta problemática?

La realidad es muy compleja como para analizarla en breves líneas, que no intentan negar el índice delictivo existente en las grandes ciudades sobre todo. Lo que sí se puede estudiar es el comportamiento de los medios para con este fenómeno.

No hay tema más atractivo para “ellos”, ni más influyente a la hora de incidir sobre la opinión pública. No importa cuál sea nuestra realidad, “ellos” has construido sabiamente un mundo distinto en la realidad virtual mediática. Las frases “antes se vivía más seguro”, “podíamos andar con la puerta sin llave”, “no usábamos rejas”, son el fiel reflejo de dos cosas. Por un lado, una realidad con mayores índices de seguridad relativa años atrás, y por otro, la no existencia de “ellos” como una entidad todavía consolidada.

A medida que ha pasado el tiempo, los grandes medios han ido creciendo exponencialmente hasta el punto actual en el cual pueden repetir un mensaje infinidad de veces por día por distintos medios. Es justamente esa capacidad de repetición lo que les posibilita la instalación de la noción de inseguridad en el inconsciente colectivo.

Un robo a un banco, un asesinato en un robo, un secuestro, un simple ratero en moto, ¿cuántas veces por día lo escuchamos repetido? ¿Cuánto magnifica esto en nosotros la inseguridad?

Cualquier responsable de un organismo de seguridad puede salir a dar información estadística sobre hechos delictivos. Puede afirmar el alza o la baja de los mismos, ¿Cómo creerle? ¿Cómo saber que es verdad y que mentira?

He ahí el gran interrogante. Nuestra realidad choca con la realidad virtual mediática y solo nosotros podemos respondernos a la pregunta.

En esto hay infinidad de ejemplos pero creo que el mejor es el de un encuestador que fue a un pueblito del interior y golpeó en una casa. Espero y nadie salía. Al cabo de un minuto ve llegar una señora en bicicleta, que lo saluda y le pregunta que buscaba. El encuestador le explica que está haciendo encuestas y la señora deja su bicicleta en la puerta, sin atar ni nada, y lo invita a pasar. Abre la puerta de su casa, que no estaba cerrada con llave, y lo recibe. El joven le pregunta cuál es la problemática que más le preocupa y la mujer, sin dudarlo, contesta: - LA INSEGURIDAD.

La seguridad es mayormente una superstición. Helen Keller

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Gigante y Chiquitita


Pitágoras aseguró que “La perfecta igualdad no existe, sino entre los muertos.” Discutible en distintos ámbitos, como el religioso, es perfectamente aceptable desde un punto de vista científico o medico. Pero este enunciado del gran pensador griego es una falacia en el mundo virtual mediático.

A diario mueren (vaya a saber uno cuantos) muchas personas. Una enorme cantidad de ellas pasan desapercibidas para los medios, unas pocas forman parte de las coberturas policiales y podemos llegar a pescar el nombre de alguna víctima, ya sea de un accidente o de un hecho delictivo.

Solo unos pocos, muy pocos, gozan del reconocimiento de su deceso en la realidad virtual mediática.

En Argentina, como en el resto del mundo, esta cobertura dispar quedo en evidencia en esta semana. Con solo unos días de diferencia fallecieron dos personas relativamente conocidas. La “chiquitita” Romina Yankelevich y el “gigante” Jorge González.

La historia de vida, los últimos momentos, el impensado final de la hija de los productores Gustavo Yankelevich y Cris Morena, fue cubierto en extenso a lo largo y ancho de todos los medios informativos argentinos. Hasta Marcelo Tinelli decidió suspender la emisión de su programa en señal de luto.

La historia del “gigante” González, pocos la recordaron, no hubo congoja nacional ni muestras de dolor y recuerdo y pasó desapercibida para la gran mayoría de los medios.

Jorge González, el “gigante”, fue específicamente su apodo en todas las posibilidades que abarca la palabra. Este formoseño que medía 2,32 metros, fue el jugador argentino de básquet más alto en la historia deportiva del país, incluso se afirma que fue el hombre más alto de argentina, pero desconozco el dato como para darle veracidad.

Descubierto por León Najnudel, ese genio creador de la LNB (Liga Nacional de Básquet), el “gigante” debutó a los 16 años, cuando ya medía 2,18 metros. Pronto consiguió el ascenso a la liga mayor con Gimnasia y Esgrima La Plata y fue parte del draft (elección de jugadores para la NBA) 1988 en el puesto 54 para los Atlanta Hawks.

Viajo a los EE.UU. pero la giganto acromegalia, enfermedad que produce hormonas de crecimiento en exceso, no le permitió ni siquiera jugar en el equipo tras los estudios médicos que mostraban la fragilidad en la salud del “gigante”.

Ted Turner, millonario dueño del equipo de Atlanta, también manejaba la NWA, la compañía de lucha, y quería hacer rentable la inversión que había hecho, le ofrecieron eso y aceptó.

Vivió como luchador profesional, como un fenómeno de circo. Inclusive participó en un capitulo de la serie estadounidense “Baywatch” donde interpretó, justamente, a un fenómeno de circo.

Su cuerpo le dijo basta y empezó a sufrir severamente las complicaciones de su enfermedad junto con una diabetes que lo hizo insulino-dependiente.

Vivió casi postrado en su casa de El Colorado, Formosa, esperando ayudas que nunca llegaron. Hace poco, la CAB(Confederación Argentina de Básquet) le entregó una donación como parte de su programa solidario. (Foto de apertura de esta nota)

El “gigante” mostró toda su inocencia y humildad en la respuesta que dio cuando respondió sobre la pelota firmada por el ex presidente riojano que rezaba "A mi amigo Jorge, con cariño. Carlos Menem". Jorge González afirmaba “Amigo… ¿qué amigo? Si nos vimos una sola vez”

Así de sencillo era el “gigante”.

Adiós, donde hayas ido, fuiste noticia, por lo menos, acá.

martes, 28 de septiembre de 2010

GENESIS


En el principio existía la palabra. Después la palabra fue acompañada por la imagen. Mas tarde llegó el sonido. Un tiempo más tarde la imagen y el sonido se unieron y formaron lo audiovisual. Por último apareció la web.

El poder de la palabra, ha sido, es y será, justamente eso, poder. No por nada la imprenta, inventada por Guttemberg, imprimió como primer trabajo, La Biblia.

Desde aquella lejana época, la palabra, (imprenta, luego prensa, medios, multimedios), o mejor dicho quien la manejara, manejaba el poder.

Nada ha cambiado. Han pasado siglos, y quien maneja la palabra, la información, maneja el poder.

Nuestra realidad, la que vivimos, esta marcada por esto.

Cada uno de nosotros tiene dos realidades, la propia y la virtual mediática.

En la propia, esta cada segundo vivido, los lugares recorridos, las actividades mas insignificantes de nuestra vida como así también los momentos más memorables, las personas con quienes nos relacionamos, compañeros de nuestras actividades, nuestras familias, amigos, etc., etc., etc.

La otra, la virtual mediática, es aquella que consumimos a través de los medios, cualesquiera sean esos. Desconocemos Sudáfrica, pero virtualmente vivimos ahí durante el mundial de futbol. No tenemos idea de cómo es un camino del norte de Chile, pero sufrimos junto a los 33 milagrosos mineros, no sabemos porque, por quienes o como, pero la crisis global golpeó todas nuestras vidas, y como no, las griegas más que ningunas.

Es esta realidad virtual mediática la que me tiene sumamente harto. Nos enteramos precisamente de lo que "ellos" quieren que nos enteremos. Desconocemos lo que "ellos" quieren que desconozcamos.

Vivimos comentando cosas triviales o impactantes según el ánimo de "ellos".

No podemos reemplazarlos a "ellos", si podemos construir nuevas y distintas voces, que cuenten otras realidades ignoradas, otras historias, anónimas para "ellos".

Esta es la invitación, dejar de vivir lo que "ellos" nos cuentan, vivamos lo que nosotros queremos.